Frecuentemente cuando los medios de comunicación hablan de la influencia de la tecnología en nuestras vidas se refieren a las nuevas tecnologías o la alta tecnología; nosotros mismos al escuchar la palabra tecnología tendemos a pensar en ordenadores de última generación, en naves espaciales, satélites artificiales, redes de alta tensión, centrales eléctricas, grandes máquinas…
Sin embargo los objetos más domésticos y cotidianos también son productos tecnológicos: los libros, la ropa que vestimos o los bolígrafos no han estado siempre ahí, surgieron a raíz de un descubrimiento o de una invención en un momento determinado de la historia; también fueron, en su día, tecnología punta.
Se suele asociar tecnología con modernidad, pero realmente la actividad tecnológica, la curiosidad por modificar nuestro entorno para mejorar nuestras condiciones de vida, es algo tan viejo como la humanidad.
Las tecnologías de información y comunicación, son un conjunto de desarrollos avanzados que integran
funcionalidades de almacenamiento, procesamiento y transmisión de datos; son el
conjunto de productos derivados de las nuevas herramientas (software y
hardware), soportes de la información y canales de comunicación relacionados con
el almacenamiento, procesamiento y transmisión digitalizados de la información.
Actualmente, el avance de las tecnologías de la información y la comunicación tienen un papel importante en casi todas nuestras actividades. Estudios de diversos organismos han concluido que el uso conveniente de las tecnologías contribuye al desarrollo de un país. En el terreno educativo, las actuales exigencias requieren el uso de la tecnología para la generación de conocimiento científico y tecnológico. Por esta razón, es conveniente acompañar el proceso educativo con los cambios que estimulen el aprendizaje tecnológico para todos los alumnos de todos los niveles educativos del país.
En los últimos seis años, México registró importantes avances en materia de ciencia, tecnología e innovación, afirmó el director general del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
De 2013 a 2018, se incrementó en más de 20 por ciento el número de becas, ya que pasó de 52 mil 54 becas a 65 mil 476.
De esta cantidad de becas otorgadas, la mayoría fue para estudiar un posgrado en alguna institución mexicana y siete mil 597 de las becas fueron para estudiar en el extranjero.
El 58 por ciento de las becas que se dieron fue para estudiar una maestría; 39 por ciento, para realizar un doctorado, y solo cuatro por ciento, para una especialización, reportó el titular de Conacyt.
Además de la formación de nuevos científicos, el Conacyt también apostó por el fortalecimiento del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), el cual en 2013 contaba con 19 mil 742 científicos y en 2018 alcanzó los 28 mil 633.
Si la tecnología nos ha hecho independientes de los cambios en el medio natural (salvo casos extremos) hoy en día podemos seguir haciendo nuestra vida con frío, calor, lluvia o nieve. No obstante, nos ha hecho dependientes de máquinas cada vez más complejas y de alto consumo energético.
La actividad tecnológica tiene una repercusión en nuestro entorno muy difícil de prever y puede tener consecuencias negativas para nuestro entorno.
El desarrollo sostenible pretende hacer compatible la calidad de vida que nos proporcionan los avances tecnológicos con el respeto al medio ambiente buscando maneras de minimizar el impacto ambiental de la tecnología.
Las claves para lograr el desarrollo sostenible son: La eficiencia energética, es decir, el ahorro de energía, que impida el despilfarro de los recursos naturales, el reciclaje de los residuos e investigar y potenciar las energías renovables.
El 58 por ciento de las becas que se dieron fue para estudiar una maestría; 39 por ciento, para realizar un doctorado, y solo cuatro por ciento, para una especialización, reportó el titular de Conacyt.
Además de la formación de nuevos científicos, el Conacyt también apostó por el fortalecimiento del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), el cual en 2013 contaba con 19 mil 742 científicos y en 2018 alcanzó los 28 mil 633.
Si la tecnología nos ha hecho independientes de los cambios en el medio natural (salvo casos extremos) hoy en día podemos seguir haciendo nuestra vida con frío, calor, lluvia o nieve. No obstante, nos ha hecho dependientes de máquinas cada vez más complejas y de alto consumo energético.
La actividad tecnológica tiene una repercusión en nuestro entorno muy difícil de prever y puede tener consecuencias negativas para nuestro entorno.
El desarrollo sostenible pretende hacer compatible la calidad de vida que nos proporcionan los avances tecnológicos con el respeto al medio ambiente buscando maneras de minimizar el impacto ambiental de la tecnología.
Las claves para lograr el desarrollo sostenible son: La eficiencia energética, es decir, el ahorro de energía, que impida el despilfarro de los recursos naturales, el reciclaje de los residuos e investigar y potenciar las energías renovables.
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